¿Ha perdido la filosofía el
contacto con la gente?
Alumnos: Manuel Leguía
Mendoza - Mario Vladimir Estrada
Es muy significativa la aportación que Quine hace en este
artículo con el estudio del status de
la filosofía en la actualidad. El objetivo que persigue es la de conocer si la
filosofía ha perdido contacto con la gente o, lo que es lo mismo, con la realidad.
Para tal cometido, hace un breve recorrido histórico a
través de las “lumbreras”, como él llama a los grandes filósofos antiguos y
modernos, para mostrar ellos, además de ser filósofos fueron científicos que buscaban
una concepción organizada de la realidad. De ahí que lo que hoy en día llamamos
filosofía tenga en gran parte esos mismos intereses. Por tanto, en la
actualidad la filosofía no debe dejar de lado las ciencias particulares (o
especiales), es más, debe dejarse ayudar de sus logros para alcanzar una mayor
profundización especulativa.
Quine es consciente de que la filosofía ha sufrido un consenso
vacilante respecto a competencia profesional en comparación a las ciencias “duras”
que han avanzado mucho en el conocimiento de sus objetos de estudio. Este es
uno de los motivos por las cuales la filosofía ha perdido su prestigio. Pero
está claro que Quine está hablando de filosofía científica, de una filosofía
que esté en contacto de un modo directo con la realidad. Para ilustrar esto
traemos a colación la feliz frase de Quine: “el
estudiante que se dedique a la filosofía por consuelo espiritual se equivoca,
ya que lo que lo mueve no es la curiosidad intelectual”.
Por eso, ahora nos preguntamos ¿hay alguna diferencia
entre los ámbitos de filosofía y de los otros saberes? En primer lugar, para
los demás ámbitos del saber, como lo dice el mismo término, lo único que hace
falta es “saber”, tener “conocimientos”. Esto no basta para el ámbito
filosófico, acá es menester “amar” la sabiduría. Por tanto, la filosofía no es
propiamente sabiduría sino a amor a ella.
No debemos, por tanto, encasillar o reducir la noción de
“filosofía” a una palabra de cinco sílabas con semántica cambiante y frívola.
La filosofía es mucho más que una palabra de nueve letras formando un nombre.
La filosofía es ante todo, como decíamos antes, amor a la sabiduría.
Si los antiguos griegos vivieran hoy, probablemente se
llevarían las manos a la cabeza diciendo: ¡¿le llaman “metafísica” o
“filosofía” a una asignatura de una facultad?! Quizá les causaría tanto asombro
como el que les producía la realidad. La filosofía para los griegos no era
solamente un saber teórico sino que era un modo de vivir; hasta el punto que
los griegos al ver a Aristóteles o a Platón decían ahí viene el filósofo. En la
actualidad echamos de menos la coherencia entre el pensar y el vivir.
Debemos (nosotros como estudiantes de filosofía) ser
capaces de mostrar la dimensión filosófica de todo, abrir esa dimensión
inherente a la realidad misma: como se mezcla la sal en toda la comida porque
ella es la que le da sabor. La realidad sin filosofía queda insípida.