domingo, 14 de octubre de 2012

Matrimonio y Familia



Matrimonio y Familia
                                                                                                                          Manuel Leguía Mendoza

En este trabajo se intentará estudiar con profundidad aunque de un modo breve, el significado de la Sexualidad humana. Para esto seguiré el libro de Pedro - Juan Viladrich: "Agonía del matrimonio legal". El hilo conductor es la pregunta: ¿Cuáles son los elementos básicos, esenciales y constantes de la cuestión sexual? Al preguntarnos sobre los elementos básicos, esenciales y constantes de la cuestión sexual, queremos saber cuáles son las piezas naturales que no pueden faltar en ninguna fórmula de comunicación sexual verdaderamente humana[1]. Viladrich nos dice que estas piezas se pueden combinar de diversas maneras pero solamente, Matrimonio y Familia, es la combinación óptima.

En primer lugar, se afirma que la distinción entre varón y mujer es algo natural y primaria. Por tanto no es producto de la voluntad del hombre, ni un producto social o cultural. La masculinidad y la feminidad son dos modos de ser persona no opuestos sino dos modos distintos y complementarios que afectan constitutiva y esencialmente a las dimensiones biológicas, psíquicas, afectivos y cognitivos.
La masculinidad y la feminidad no son roles culturales, sino un modo específico, aunque en algunos casos sean similares, pero no es todos, de ser, de pensar, de sentir, de estar y de actuar[2].

Esa distinción esencial entre el varón y la mujer es en el plano de la dimensión  sexual y no en el plano de la dimensión personal. Es decir que ambos, varón y mujer, son personas porque existe una sola esencia, persona humana. En este punto es importante subrayar que tanto el varón y la mujer son naturalezas humanas completas. Por tanto, no es necesario la unión con el otro sexo para desarrollarse plenamente. El varón y la mujer tienen identidad, la misma dignidad y la igual condición  de personas humanas. No hay argumentos para discriminar a la mujer o al varón.

La sexualidad humana trasciende a las dimensiones biológicas, por eso no se reduce a la función generativa sino que la afecta a toda la dimensión de la persona. Negar esta verdad es equiparar la sexualidad humana a la de los animales, que responden a las inclinaciones naturales de reproducirse y así mantener la especie. Por eso podemos afirmar que la sexualidad del hombre no afecta sólo al cuerpo, sino también al espíritu, puesto que ambos son inseparables en la unidad de la persona

El segundo elemento natural es la atracción mutua y la complementariedad entre los dos sexos. Entre el varón y la mujer, en cuanto virilidad y feminidad, no hay una indiferencia sino que se explican la una en relación con la otra. Hay una mutua atracción a la unión y a la perfecta complementariedad. El sentido final de la complementariedad natural es la fecundidad, aunque no es el único, pero es esencial y es una de las constantes de la cuestión sexual. La complementariedad se manifiesta en el Matrimonio.

El tercer elemento natural es la sociabilidad y la estabilidad del encuentro personal entre  virilidad y feminidad. La sociabilidad de la persona actúa en tres vertientes: 1) La sociabilidad hace acto de presencia en la relación varón-mujer. La manifestación de esta sociabilidad es la fundación de la comunidad conyugal. 2) La sociabilidad hace acto de presencia en la realización de la fecundidad. La comunidad conyugal se abre a terceros. Y se manifiesta en la comunidad familiar. 3) La realización plena de la sociabilidad varón-mujer (comunidad conyugal) y de la sociabilidad padres-hijos (comunidad familiar) abarca y se proyecta a las relaciones entre las distintas comunidades conyugales y familiares. Se manifiesta en la sociedad. La presencia de estas tres vertientes en todos los tiempos y culturas es indiscutible[3].

Para que la fórmula sexual óptima, la que hemos comentado al principio de este trabajo, sea óptima son imprescindibles el amor y la libertad. El amor y la libertad, al ser elementos básicos, esenciales y constantes, son la piedra de toque para la validez de la fórmula sexual (Matrimonio). Sin amor es imposible fundar una comunidad conyugal, por eso la importancia de este elemento. El amor es aquella fuerza unitiva que es propio de la persona. El amor no es un simple contemplar el bien apetecido, sino  estrictamente un ir ya hacia el otro. El amor es movimiento amoroso de la voluntad. Pero el amor sin la libertad tampoco nos sirve. Es necesario que una persona quiera entregarse (autodonación) libremente al cónyuge, de lo contrario no hay una verdadera comunidad conyugal.  Es necesario amar a la persona del otro, en cuanto sexualmente distinto y complementario.

"El amor conyugal no es amar a la virilidad o a la feminidad del otro, haciendo abstracción o dejando fuera de ese amor a la persona del otro. Eso significaría desgajar la unidad varón (persona y virilidad) o la unidad mujer (persona y feminidad), para aceptar solamente la virilidad o la feminidad. Quitada la persona, ese amor no sería entre varón y mujer, sino entre macho y hembra"[4]. Si en el matrimonio se reduce el amor conyugal a un mero contacto virilidad-feminidad, ya no podemos hablar de amor conyugal porque esa relación no es personal. No es personal porque la mujer es considerada como un objeto sexual y el hombre como un objeto sexual.

El amor conyugal no puede separar ese doble componente: lo personal y lo sexual. Si no se tiene lo sexual estamos ante un amor de amistad y no conyugal; y si quitamos lo personal, como antes se dijo, estamos ante un degradación de la persona.

Hasta ahora hemos visto las piezas o elementos naturales de la sexualidad humana. Estas piezas al ser naturales tienen unos límites de tolerancia. Si no se respetan los límites de tolerancia de esas piezas, quien se degrada es la persona. Por eso, es deber nuestro, respetar las piezas de la sexualidad, sabiendo que el Matrimonio y la Familia  no son algo trivial.

Viladrich señala que, en la historia de la humanidad, los límites naturales de las piezas de la sexualidad humana no han sido respetadas. Así tenemos la práctica de la poligamia, la promiscuidad, el homosexualismo, etc. Estas actitudes son manifestaciones de la degradación de la persona. Una persona abraza una de estas actitudes al rechazar una o varias de las piezas esenciales y constantes de la sexualidad humana.

Las cuatro piezas son importantes para el Matrimonio. El matrimonio es un compromiso voluntario y libre de los contrayentes, mediante el cual deciden quererse y entregarse el uno al otro en lo conyugal, uno con una para siempre.

Bibliografía:
·         VILADRICH, PEDRO- JUAN, Agonía del matrimonio legal, EUNSA, Pamplona 2010, págs. 45 -113
·         TOMAS Y GARRIDO, GLORIA MARÍA, Cuestiones actuales de bioética, EUNSA, Pamplona 2006, págs. 51- 60
·         RODRÍGUEZ BALAGUER, RAMÓN, Sexualidad humana y matrimonio cristiano, UCAM publicaciones (Monografías de Teología), Murcia 2009, Cap. 1.





[1] Cfr. VILADRICH, PEDRO- JUAN, Agonía del matrimonio legal, EUNSA, Pamplona 2010, pág. 48
[2] TOMAS Y GARRIDO, GLORIA MARÍA, Cuestiones actuales de bioética, EUNSA, Pamplona 2006, pág. 58
[3] Cfr. VILADRICH, PEDRO- JUAN, Agonía del matrimonio legal, EUNSA, Pamplona 2010, págs. 54-55
[4] Ibid. págs. 78-79