lunes, 12 de noviembre de 2012

El Capellán del Diablo


Resumen del artículo de Mariano Artigas:

"El Capellán del Diablo. Ciencia y Religión en Richard Dawkins "





Manuel Leguía Mendoza

En primer lugar, Artigas describe la personalidad de Dawkins. Es un biólogo y polemista como fue calificado por la revista Prospect . Es profesor en la Universidad de Oxford. Es un gran comunicador, ateo y enemigo declarado de la religión (la religión se encuentra en el centro de sus polémicas).

En el artículo se analizan los argumentos de Dawkins en la que presenta a la ciencia y la religión como opuestos e irreconciliables. En su libro "El capellán del diablo" presenta sus críticas a la religión que se han radicalizado a raíz de los acontecimientos del 11 setiembre del 2001. En cuanto al título del libro, Dawkins ha tomado una frase de Darwin. En este libro presenta el mecanicismo frente a la providencia de un Dios creador.

Para resumir seguiré la división en cinco puntos que hace D. Mariano Artigas[1]:

1. GERIN OIL (GERINIOL)
Los términos Gerin oil y geriniol son anagramas que se forman cambiando el orden de las letras de la palabra religión. 

En este articulo, Dawkins habla de religión pero sin hacer mención de ella. Dice que el geriniol es una poderosa droga que actúa sobre el sistema nervioso, produciendo efectos de tipo anti-social y auto-destructor. Los adictos de la droga son capaces de enclaustrarse en comunidades cerradas, y también sufren los efectos alucinógenos (y dicen ver visiones). En este mismo artículo critica de un modo indirecto la revelación, la eucaristía, la redención y al clero (sus promotores están organizados, y ocupan puestos principales).

Artigas afirma que la hostilidad de Dawkins  hacia la religión no es nueva, pero ha cobrado nuevas dimensiones a partir del 11 de setiembre del 2001, y de los posteriores actos de terrorismo que se realizaron en nombre de la religión. Como conclusión dirá que la religión es mala, que es fuente de peligros fanatismos. Y como remedios propone: abolir el respeto a la religión y que se impida la enseñanza a los niños.

2. EL RELOJERO CIEGO
Dawkins alcanzó la fama con su libro "El gen egoísta" (1976), en la que sostiene que los principales protagonistas de la evolución son los genes. Y  los vivientes nacen, viven y mueren. Por tanto no son más que unos simples vehículos para que los genes transmitan de generación a generación copias de sí mismas con pequeñas variaciones.

Esta idea de que los genes son los protagonistas no es original de Dawkins pero es su mérito la formulación.
En 1986 publicó su libro "El relojero ciego". Este libro es una apasionada defensa del darwinismo y al mismo tiempo una dura crítica al "argumento del diseño". Este argumento del diseño fue sostenido por el teólogo protestante William Paley, quien a través de una analogía del reloj y del relojero llega a demostrar la existencia de un Dios creador a partir del orden y la perfección del mundo. Dawkins dirá que si existe un relojero pero se trata de un relojero ciego. Y lo identifica con la selección natural, que es la supervivencia de los mejor adaptados.

Don Mariano Artigas recoge en su artículo los antecedentes del relojero ciego. Y cita a Jacques Monod con su obra "El azar y la necesidad" publicada en 1970. Monod sostiene que la ciencia no tiene finalidad. Y el único método para llegar a una verdad es la experimentación. También dice que la antigua alianza está rota, el hombre ya no depende de Dios sino que se sabe solo en el universo en la que apareció por azar.
Como respuesta a la teoría de Monod, Artigas presenta la teoría de Christian de Duve. Este acepta la evolución y su explicación neo-darwinista. Es decir que hay posibilidad de un plan y el azar como origen de todo sin un cierto orden o límites es absurdo.

Dawkins se sitúa en la línea de Monod y la radicaliza aún más porque la hace explicita. Dice que el misterio de la existencia humana ha dejado de ser un misterio porque no hay nada fuera de la física y de la biología. Pero podríamos preguntarle a Dawkins ¿cómo me aseguras que no hay nada fuera de la física y de la biología?

Es muy importante subrayar el carácter acumulativo de la selección natural. Es decir que la selección natural actúa sobre la base de las ventajas que se han acumulado previamente. Otra cuestión importante a tener en cuenta es que la selección natural no tiene una finalidad, es un relojero ciego capaz de producir las maravillas que contemplamos en la naturaleza. Por tanto no hace falta un creador, ni un ordenador.

Dawkins plantea una dicotomía entre la acción de las causas naturales y la acción de Dios como si estuvieran en el mismo nivel. Pero esta división es falsa porque Dios ordinariamente actúa a través de las causas naturales. Dios como causa principal da el ser a todo lo que existe. Por tanto es razonable sostener la compatibilidad entre la evolución mediante mutaciones genéticas y selección natural, y la acción de Dios creador. Esta compatibilidad antes explicada, ya en el s. XIX fueron sostenidas por algunos autores cristianos, por ejemplo: Jhon Zham con su obra "Evolución y dogma"; Christian de Duve en su libro "Azar y necesidad".

3. GENES, MEMES Y VIRUS
Los genes son los auténticos protagonistas de la historia de la vida. Esta idea está desarrollada en su libro "El gen egoísta". Al final de este libro incluyó un nuevo término que memes (formada de las palabras gene y memory). Y dice que son los genes replicadores pero no biológicos sino culturales. Artigas dice que Dawkins emplea su idea de memes para atacar a la religión. Identifica la religión "con memes malos", y los denomina "virus de la mente"[2].

El capellán del Diablo contiene 32 ensayos distribuidos en 7 secciones. D. Mariano dice que la idea principal de la tercera sección es, precisamente, que la religión es un peligroso virus de la mente, que causa, en la persona religiosa, una mente afectada. Dawkins sostiene que esta virus se transmite por tradición, es decir de generación a generación. Por tanto la infección  se suele adquirir desde muy pequeños.
En la introducción a la sección tercera, Dawkins muestra una crítica a la religión: "Desde 1967, siempre he pensado que las religiones proveen los mejores ejemplos de memes y complejos de memes... En Virus de la mente he desarrollado este tema de las religiones como parásitos mentales, así como la analogía con los virus informáticos... En ocasiones, al describir a las religiones como virus mentales se interpreta como algo despreciativo o, incluso, hostil. Es ambas cosas"[3].

Dawkins no hace ningún esfuerzo para hacer un análisis objetivo de la religión sino que se deleita en ridiculizar y criticar. Afirma que las autoridades religiosas son las más intolerantes con los miembros de una fe distinta a la suya. Esta afirmación es errónea porque la realidad es muy distinta, las autoridades son los más tolerantes y defensores de los débiles.

La religión es un virus y es un accidente del nacimiento. Este virus es transmitido a los niños. A estos argumentos, Artigas responde con la misma argumentación. Es decir que los niños no solamente aprenden cuestiones de religión sino muchas otras cuestiones importantes para su vida. Y la ciencia ¿no es un virus? Porque la ciencia es un conjunto de ideas sobre el mundo y cuando se les enseña a los niños tienden a aceptar. A esta cuestión sobre la ciencia responde Dawkins diciendo que las ideas científicas tienen una serie de características que no las tiene la religión. Como conclusión dirá que no hay más verdad que la científica. Pero esto no es ciencia sino cientificismo.

El cientificismo de Dawkins, dice Artigas no se sostiene porque ella misma se autodestruye. El cientificismo es una generalización sin base, una mala filosofía que se presenta como ciencia o como consecuencia de la ciencia. El cientificismo es un virus de la mente[4]. El cientificismo es cuasi-religión. Y se debe a dos factores: desilusión con alguna forma de religión, y descubrimiento de la ciencia como algo maravillosa.

Es importante saber, que cuando se habla de ciencia y religión estamos a dos niveles distintos. Dawkins rechazando esta diferencia quiere someter a la religión al método y a la experimentación científica. Pero las cuestiones espirituales no se pueden someter a la experimentación.

La diferencia entre ciencia y religión no quita que sean compatibles. Pero Dawkins considera que son dos realidades opuestas. Sólo acepta argumentos científicos para la demostración de la existencia de Dios. Artigas cita, al agnóstico Stephen Jay Gauld, que es evolucionista y escritor de la Universidad de Harvard. Este agnóstico, en contra de Dawkins, intentaba establecer paz entre ciencia y religión asignándoles dominios separados, un esquema que denominó "magisterios que no se superponen".  

4. CRITERIOS DE VERDAD
El último ensayo de "El capellán del diablo" es una carta que lleva por título Buenas y malas razones para creer y está dirigida a su hija Julieta. Las buenas razones son las que se fundamentan en la evidencia y las malas en la tradición, la autoridad y la revelación.

En esta carta, Dawkins, va en contra de uno de sus principios; los padres no tienen derecho para educar a sus hijos, pero sin embargo el fin de esta carta es educar a la hija en un ateísmo.En su crítica a la religión no le da ningún valor positivo a la religión. La verdad y la evidencia pertenecen a la ciencia. De estas afirmaciones se puede decir que la gente inteligente no puede ser religiosa. Sin embargo sus colegas de Oxford eran tan inteligentes como él y a la vez eran religiosos. De sus críticas podemos deducir que Dawkins no estaba tan familiarizado con la teología. El Dios que describe en su libro "Escalando el monte improbable" es un dios que no es el de la fe abrahámica.

5. TRES ARGUMENTOS CONTRA LA RELIGIÓN
H. Allen Orr, profesor de Genética Evolutiva en la Universidad de Rochester (Nueva York) analiza los argumentos en contra de la religión de Dawkins en tres pasos:

a. La religión es completamente falsa. La gente cree en esas falsedades porque son memes, virus de la mente que se transmiten principalmente por tradición en los niños y por mediante influencia de personalidades poderosas en los adultos. En cambio las ideas científicas se encuentran apoyadas por la precisión, cuantificabilidad, etc.

Artigas comentando las palabras de Orr dice que Dawkins no examina la verdad de la religión, simplemente da por supuesta su falsedad porque no se ajusta a los criterios de la ciencia empírica. Pero, Orr se pregunta por qué se tiene que juzgar con esos criterios si la religión no es objeto de la ciencia empírica. Las verdades de fe no son afirmaciones científicas.

b. La religión es la raíz de muchos males. Orr dice que Dawkins es ciego para ver la realidad del siglo XX, porque las atrocidades más graves se han dado por causa de personas que rechazan la religión. Como ejemplo mencionamos los siguientes: Stalin, Mao y Pol Pot, Hitler etc.

c. El tercer argumento se refiere a la supuesta oposición entre ciencia y religión. Mariano Artigas dice que Dawkins se encuentra obsesionado por acabar con la religión. Y para demostrar esto cita el libro que se publicó el año 2004 con el titulo The Ancertor·s Tale. En este libro voluminoso explica la evolución desde las eubacterias hasta el homo sapiens. Pero lo más sorprende es la última parte porque de repente presenta una dura crítica a la religión. Otra cuestión importante a subrayar, Dawkins en el libro había narrada la belleza del mundo y de la vida pero al final, paradójicamente, dice que el mundo está tan lleno de mal que no puede ser creación de Dios.

Dawkins sostiene que la religión es incompatible con la ciencia y con la biología. Pero no se da cuenta que hay muchos científicos y teólogos admiten que la religión y la ciencia pertenecen a ámbitos diferentes y complementarios. Al final de este artículo se recogen las críticas a las ideas de Dawkins. En Primer lugar, Artigas presenta las de Alister McGrath[5]. Este le acusa de tratar la teología de modo superficial e inexacto. Y después el mismo Artigas critica. Dawkins interpreta el darwinismo como una especie de religión secularista. Y sigue diciendo, es decepcionante comprobar que un miembro de la Royal Society, brillante científico y autor best sellers, se mueve en un marco ideológico tan confuso, y que además lo relaciona con la ciencia[6].

                                                                                







[1] Artigas, Mariano; El capellán del Diablo. Ciencia y Religión en Richard Dawkins; Scripta Theologica 38 (2006/1) 13-34
[2] Artigas, Mariano; El capellán del Diablo. Ciencia y Religión en Richard Dawkins; Scripta Theologica 38 (2006/1) 13-34
[3] Dawkins, Richar; El Capellán del Diablo, 163-164.
[4] Artigas, Mariano; El capellán del Diablo. Ciencia y Religión en Richard Dawkins; Scripta Theologica 38 (2006/1) 13-34
[5] Teólogo de Oxford. Critica en su obra Dawkins' God. Genes, Memes, and the Meaning of Life, Blackwell, Oxford 2005.
[6] Artigas, Mariano; El capellán del Diablo. Ciencia y Religión en Richard Dawkins; Scripta Theologica 38 (2006/1) 13-34

"El Placer y el Conocimiento"




                                       "El Placer y el Conocimiento"




Manuel Leguía Mendoza

1. Introducción
En el presente trabajo se intenta ver la relación que hay entre el placer y el conocimiento. Como punto de partida se puede decir, como se dirá en el desarrollo, que el placer es praxis teleia como el acto de conocer.
En primer lugar, expondré brevemente lo que es el placer en Aristóteles según el libro X de Ética a Nicómaco. En segundo lugar, el conocimiento como praxis teleia, y por último la relación que hay entre el placer y el conocimiento.

2. El placer
El placer no es el bien pero es un bien. El bien es querido en sí mismo, y el placer es querido como un medio o instrumento aunque los hedonistas dirán que el placer es el fin del hombre. Los hedonistas, dice Robert Spaemann[1], sostienen que el verdadero fin de nuestra actividad es esa satisfacción. Y todo lo demás se quiere sólo en razón de ese fin. Pero esta afirmación carece de fundamento porque el hombre no siempre busca el placer.
El placer no puede ser el fin del hombre porque, Aristóteles sostiene que el placer no tiene existencia propia porque es consecuencia del acto. Por lo tanto para que haya placer es necesario que el hombre esté en constante actividad, pero  lo humano no puede estar en continua actividad. Por tanto el hombre no siempre está experimentando placer.
Y el hombre es capaz de diversidad de actos. Esto implica diversidad de placeres. Al igual que los actos del pensamiento difieren de los actos de los sentidos, y estos a su vez entre sí, del mismo modo también los placeres, en cuanto que completan los actos, deben diferir en especie, pues cada placer es propio exclusivamente del acto que completa. A diferencia de Platón que sostenía que los placeres eran de naturaleza ontológica, Aristóteles sostiene que es de naturaleza ética: los placeres no son buenos o malos por ser más o menos estables o perfectos, sino por provenir de un acto virtuoso o vicioso[2].
Cada acto tiene su propio placer. A partir de este principio desarrolla que hay placeres propios y placeres extraños: los primeros hacen los actos más precisos, duraderos y mejores, mientras los segundos deterioran y destruyen teniendo sobre ellos prácticamente los mismos efectos que los dolores propios, que son contrarios a los primeros.
Por último, en cuanto a su moralidad podemos decir que depende del acto al que sigue. Es decir que el placer propio de un acto virtuoso es un placer conveniente y honesto, por tanto laudable; en cambio, el correspondiente a un acto malo será un placer perverso, por tanto censurable[3]

2.1. El placer no es un movimiento
Los placeres no son  procesos ni van acompañados de procesos, sino que son actos y fines (energeia telos). Por tanto, Aristóteles rechaza la definición de placer como un proceso sensible y propone la de acto de la disposición conforme a su naturaleza.
Pacucha (Andahuaylas)
El placer no es un movimiento ya que el movimiento implica un tiempo y un fin. Por ejemplo una persona que camina o construye una casa necesita un tiempo para alcanzar su fin que es llegar a un punto determinado o la casa construida. El movimiento no es un todo completo o un acto que posee su propio fin en sí mismo (como veremos en el punto 1.2) sino que tiene partes y en sus partes es imperfecto sólo será perfecto cuando ya no haya movimiento.
También se dice que el placer no es movimiento porque lo propio de todo movimiento es la rapidez y la lentitud, en sí o con relación a otra cosa; pero estas posibilidades no se pueden aplicar al placer, que es atemporal: en efecto, se puede experimentar un cambio hacia el placer con rapidez o con lentitud, pero una vez que el placer está en acto (energein kat auten), no se puede decir que goza con rapidez[4]

1.2. El placer es un acto
Aristóteles compara el placer con la visión, ya que ambas son totalidad en sí. El placer al igual que la visión no modifica su cualidad en el tiempo. Es decir que es completa en sí misma y no como el movimiento que necesita un tiempo[5]. Concluye que el placer pertenece a las cosas totales y completas, ello lo sustenta analizando como el movimiento se da en el tiempo, mientras que el placer da su totalidad en el ahora. Con ello contradice la idea expuesta por Platón de que el placer implica movimiento o un proceso de generación.
Pero esta perfección, de actualizar, que otorga el placer a la actividad, no es una perfección que esté contemplada internamente en la actividad, sino que es un fin superpuesto, es un agregado beneficioso a la actividad. Es decir, uno realiza una actividad mejor cuando la realiza de forma placentera, pero ello depende de que la actividad este realizada de forma correcta sobre el objeto correcto (por ejemplo la sensación, el juicio o el pensamiento).
El placer sigue a la actividad y al mismo tiempo perfecciona toda actividad. El placer es como el conocimiento praxis teleia. Es decir que es un acto perfecto.  El mismo momento inicial ya lo tiene su fin. Es decir que el placer es placer desde el primer momento.
Para mejor comprensión del placer como conocimiento es importante saber qué es praxis teleia. Para explicar esto me serviré, siguiendo a Aristóteles, del conocimiento.

3. El conocimiento praxis teleia
El conocimiento es praxis teleia porque es un acto perfecto. Es un acto que posee en sí mismo su fin. Por tanto el conocer se identifica con lo conocido.
Aristóteles dice que, el pensar y lo pensado, el conocer y lo conocido son lo mismo en estricta simultaneidad; precisamente por eso, el acto ha alcanzado ya su fin.  El acto de conocer no  es lo mismo que la potencia de conocer porque el conocer significa estar conociendo[6]. El estagirita en este texto está explicando uno de los sentidos del término enérgeia.
Aristóteles para explicar Enérgeia como acto de conocer distingue entre Praxis teleía (posee su fin en sí mismo) y praxis atelés (fin se refiere a su límite externo o peras). Entonces, el acto de conocer es una Praxis teleía porque posee su fin en sí mismo. Es decir, que no es necesario un movimiento en el tiempo para alcanzar el fin, sino que el conocer y el conocimiento se dan simultáneamente. En otras palabras lo conocido es lo actualmente conocido, como ya es dijo antes[7].

4. La relación entre el conocimiento y el placer
4.1. El placer como el conocimiento es praxis teleia
Después de explicar que el placer no es un movimiento sino un acto, se concluye que el placer es praxis teleia como el acto de conocer. El placer es placer desde el primer momento. Por tanto no es necesario esperar en el tiempo para que se dé el placer.
Aristóteles cuando habla del placer en el libro X de Ética a Nicómaco utiliza el mismo término, energeia, que en la Metafísica para hablar del conocimiento.
En los placeres hay un cierto perfeccionamiento "in crescendo", pero este perfeccionamiento no quiere decir que haya un movimiento de un estado no placentero a un estado placentero. Este cambio es imposible puesto que ya es placentero desde el primer momento... Ese perfeccionamiento se refiere a la intensidad del placer.
Para terminar, quiero hacer una breve referencia al placer del conocimiento ya que en este trabajo se intenta ver la relación que existe entre ambos.

4.2. El placer del conocimiento
Aristóteles afirma que no hay actividad de los sentidos ni del pensamiento o la contemplación que no culmine en la perfección de su acto, y que, a su vez, este acto  no sólo será el más completo, sino también el más agradable[8]. De aquí se deduce que no hay acto sin placer.
Ya los antiguos griegos sostenían que el intelecto al igual que las otras partes del alma tienen sus deseos específicos y sus propios placeres. Por ejemplo, Platón dice que la adquisición del conocimiento es lo más satisfactorio. Pero no por esto es lo más apetecible.

Hay otros placeres que son más apetecibles como los del cuerpo pero estos no se comparan a la del conocimiento. El placer del conocimiento se da siempre cuando hay conocimiento, puesto que no depende de cosas externas.
El conocimiento es la operación que obtiene los mejores y nobles placeres. El placer del conocimiento no se da después de un dolor como el placer de beber agua después de una jornada calurosa.
Aristóteles dice que los placeres del intelecto son los más altos. En este sentido se podría recoger su frase de Ética a Nicómaco,  que nadie en su sano juicio "elegiría vivir toda la vida con la inteligencia de un niño aunque fuera disfrutando en el más alto grado con todo aquello de que disfrutan los niños"[9]. Los niños disfrutan sin conocer o sin ser conscientes de sus actos. Una persona para disfrutar necesita el conocimiento.

5. Conclusión
Entre el placer y el conocimiento hay una relación importante, puesto que ambos en cuanto actos son praxis teleia. Esta tesis es lo que se intentó transmitir después de exponer que es un placer y que es un conocimiento como praxis teleia.
En otras palabras se puede decir, que ni el conocimiento, ni el placer es kinesis. Es decir que no tienen partes como el movimiento de caminar de un punto A a otro B, o como el movimiento de construir una casa. El placer es placer desde el primer momento en que se da el placer y en cuanto al conocimiento se dice que el conocer se identifica con lo conocido, porque conocer sin poseer lo conocido no es conocer.
Pero entre el placer y el conocimiento hay una diferencia muy importante. El placer es consecuencia de una actividad y sin ella no se da. En cambio, el conocimiento no depende de otra acción humana más del mismo acto de conocer. En este sentido se habla del placer de conocer. El conocimiento es la operación humana que proporciona el mayor placer, puesto que es una actividad que no responde a ningún dolor como ya se dijo más arriba.

Bibliografía:
1. Aristóteles, Etica a Nocómaco; Edición bilingue y traducción por María Araujo y Julián Marías; Centro de Estudios Constitucionales (España). Ed.
2. Aristóteles, Metafísica, Edición trilingue por Valentín Garcia Yebra, GREDOS
3. Juan Francisco Martos Montiel, El Placer en las Éticas de Aristóteles, EXCERPTA PHILOLOGICA 7-8 (1997-1998) 33-47 universidad de Málaga.

4. Robert Spaemann, Ética: cuestiones fundamentales, EUNSA.
5. Leonardo Polo, Introducción a la FilosofíaEUNSA.



[1] Cfr, Robert Spaemann, Ética: cuestiones fundamentales, EUNSA, Pág. 36-37
[2] Cfr. Juan Francisco Martos Montiel, El Placer en las Éticas de Aristóteles, EXCERPTA PHILOLOGICA 7-8 (1997-1998) 33-47 universidad de Málaga.
[3] Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco 1175 b.
[4] Ibid.
[5] Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco 1174 b
[6] Cfr. Aristóteles, Metafísica, IX, 6, 1048b, GREDOS.
[7] Cfr. Leonardo Polo, Introducción a la FilosofíaEUNSA, Pág. 74-76
[8] Cfr. Juan Francisco Martos Montiel, El Placer en las Éticas de Aristóteles, EXCERPTA PHILOLOGICA 7-8 (1997-1998) 33-47 universidad de Málaga.
[9]  Aristóteles, Ética a Nicómaco 1174a.

Teoría del "Big Bang"

El "Big Bang"



(Resumen y comentario del artículo publicado en wikipedia)

      Manuel Leguía Mendoza

El Big Bang es la teoría que intenta explicar el origen y el posterior desarrollo del universo a partir de una singularidad espacio-temporal.  Esta explicación se basa en una colección de soluciones a la teoría de la relatividad de Einstein, por parte de Lemaitre, Friedmann, Robertson y Walker.

El término viene de un astrofísico inglés, Fred Hoyle, quien negaba esta tesis porque sostenía que el universo es estático. Y el termino "Big Bang" tiene dos sentidos: En sentido estricto hace referencia al momento en la que se dio la gran explosión y en un sentido general, hace referencia al paradigma cosmológico que explica el origen y el desarrollo del universo.
La idea central del Big Bang es que la teoría de la relatividad general puede combinarse con las observaciones de isotropía y homogeneidad a gran escala de la distribución de galaxias y los cambios de posición entre ellas, permitiendo extrapolar las condiciones del Universo antes o después en el tiempo.

Esta teoría fue propuesto en 1927 y 1930 por el sacerdote belga Georges Lemaitre. Este científico sostiene que el universo se originó a partir de un átomo primigenio.
El Big Bang en seguida encontrará los fundamentos científicos. En 1929 se conoce la Ley de Hubble. Esta ley sostiene las galaxias se alejan unas de otras a velocidades (relativas a la Tierra) directamente proporcionales a su distancia. En 1964 se descubrió la radiación de fondo de microondas. Los descubridores son Penzias y Wilson. El corrimiento hacia el rojo de las galaxias y la abundancia de elementos ligeros (Alpher y Gamon en 1940).
Y en la actualidad esta teoría depende de tres suposiciones:
  • la universalidad de las leyes de la física, en particular la Teoría de la relatividad general. Esta ley física ha sido verificada al nivel de las más grandes constantes físicas, llevando su margen de error hasta el orden de 10-5.
  • El principio cosmológico. La isotropía del universo que define el principio cosmológico ha sido verificada hasta un orden de 10-5.
  • El principio de Copérnico. Este principio se intenta verificar observando la interacción entre grupos de galaxias y el CMB por medio del efecto Sunyaev - Zeldovich con un nivel de exactitud del 1 por ciento.

En la actualidad el Big Bang es la teoría estándar de la evolución del universo. Pero esto no quiere decir que no tenga problemas por resolver... Los grandes problemas a las que se tiene que resolver son las siguientes: el problema del horizonte, monopolios magnéticos, edad de los cúmulos globulares, halo de las galaxias y la energía oscura.

La teoría del Big Bang es una explicación científica de la evolución del universo, que no es incompatible con la doctrina de la creación transmitida en la Sagrada Escritura sobre el origen del universo. Para explicar la compatibilidad quisiera exponer brevemente la doctrina de la Creación:
Desde una perspectiva teológica - filosófica la doctrina de la creación es algo que es propio de Dios. La Teología sostiene una creatio ex nihilo. Es decir, una creación de la nada. El término "nada" no es una realidad anterior a la creación sino que es una manera de expresar de que Dios es el autor del ser de cuanto existe. Hay una dependencia absoluta de la criatura de su creador. En este sentido se habla de "Dios crea" y no "Dios ha creado".

La creación tiene las siguientes características: Temporalidad, la creación fue en el tiempo; Racionalidad, el universo está estructurado de manera inteligente, de modo que existe una correspondencia profunda entre nuestra subjetiva razón y la razón objetiva de la naturaleza; Libertad, la creación es un acto libre de Dios; Finalidad, la creación tiene un fin y Perfección, la creación es perfecta, es bueno, el bello porque es obra de un Ser perfecto.

La doctrina de la Creación y la Teoría del Big Bang no son incompatibles. Pero, antes es importante resaltar los dos errores que se tienen que evitar: el fundamentalismo que rechaza las teorías y los resultados científicos porque van en contra de la enseñanza bíblica; el Concordismo es una reconducción forzada de las teoría y los resultados científicos a los versículos de la Sagrada Biblia. Para no caer en estos errores hay que interpretar la Biblia atendiendo a los género literarios, sabiendo que la Biblia nos enseña cómo llegar al cielo y no tano cómo es el cielo, en palabras de Galileo.

La creatio ex nihilo y ab initio temporis es compatible con la teoría del Big Bang. La creación como una explicación teológica nos da la respuesta al por qué de la existencia del universo. El universo existe porque Dios ha creado y sigue manteniendo con su providencia. En cambio, la teoría del Big Bag como una explicación científica responde a la pregunta cómo ha evolucionado el universo.

Como conclusión: el universo fue creado por Dios y el proceso después de la creación es explicado por la teoría del Big Bang. Es importante saber, que la verdad de la creación no depende de la verdad de esta teoría científica. 

“EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS MODERNOS. DE DESCARTES A HUME”


RESENCIÓN DEL LIBRO:
“EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS MODERNOS.
DE DESCARTES A HUME”




Manuel Leguía Mendoza

El libro "El Dios de los filósofos modernos. De Descartes a Hume"  de José Luis Fernández Rodríguez, publicado en Mayo del 2008 en la editorial EUNSA, trata del pensamiento de los racionalistas franceses y empiristas ingleses sobre Dios. Dios es una cuestión de la que no se puede prescindir si pretendemos entender estos movimientos filosóficos, y aún más si esa pretensión es desde la teología natural.

Un estudiante de filosofía al tomar un libro como este piensa qué pueden decir los racionalistas de Dios, si Dios está por encima de la razón. Y uno de los principios del racionalismo es la primacía de la razón sobre la experiencia y sobre la fe. En lo que respecta al empirismo, es más sorprendente porque se sabe que no hay más que lo sensible. Es decir, que el punto de partida del conocimiento es la experiencia. Pero, gracias al libro, objeto de mi comentario, puedo afirmar que tanto para los filósofos racionalistas y empiristas de la edad moderna puedo afirmar que Dios es una cuestión muy importante en el sistema filosófico de cada uno de ellos. Aunque no todos tratan con el mismo rigor e interés esta cuestión, por ejemplo Hume. Este filósofo inglés se dedicó a criticar los argumentos anteriores porque pretendía quitarse de en medio a la religión.
Después de esta pequeña introducción ahora intentaré exponer a grandes rasgos los distintos argumentos de los filósofos sobre Dios. Y para esto seguiré la estructura del libro.

En el capítulo I se trata sobre el Dios de Descartes. Descartes introduce a Dios en la filosofía con el fin de garantizar la primera certeza, que es como decir que a Descartes Dios no le interesa por sí mismo, sino como fiador de su primera certeza. En Descartes  el cogito cede su puesto de privilegio a Dios. Pero de esto no se da cuenta Descartes, pero sí Malebranche y Spinoza.

En Descartes tenemos una prueba a priori (a partir de las exigencias que entraña la idea de Dios) y dos pruebas a posteriori (a partir de la idea de Dios que tiene el yo y a partir del yo que tiene la idea de Dios).

La primera prueba, que desarrolla Descartes, es por la presencia de la idea de Dios en mí. Dice: "Tengo la idea de Dios que es una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, por la que ha sido creado mi yo y todas las demás cosas que existen, si es verdad que existen" (Pág. 25). Descartes se fija en los términos sustancia infinita. Este es el punto de partida de esta prueba. Se intenta explicar la presencia de esa idea en nosotros, pero solamente podemos explicar el carácter sustancial  de la idea de Dios, puesto que también nosotros somos sustancia. Pero es imposible explicar la índole infinita de esa idea, porque nosotros somos finitos. Aquí aplica su principio, el efecto no puede ser superior a la causa. Por tanto, la conclusión es que la idea de sustancia infinita solo puede haber sido puesta en mí por una sustancia que sea "verdaderamente infinita". Dios existe como la causa de la idea que tenemos de Él. Es ese Dios realmente existente el que pone su idea en mí. Descartes se pregunta, pero ¿para qué? Para que sea "como el sello del artista impreso en su obra", dicho en términos bíblicos, para que sea "como su imagen y semejanza" (pág. 27).

La segunda prueba por el yo que tiene la idea de Dios. Descartes parte del yo, pero no de un yo compuesto de alma y cuerpo sino de un yo que es sustancia pensante (alma). De este yo no puede afirmar que sea un compuesto porque hasta ahora no sabe, si existen o no las cosas sensibles. La sustancia pensante, el yo, tiene la idea de Dios. Descartes dice "quien efectivamente tiene la idea de Dios conoce perfecciones que no tiene: conoce que Dios es infinito, eterno, inmutable, omnisciente, omnipotente; se conoce también que él no es ni infinito, ni eterno, ni inmutable, ni omnisciente, ni omnipotente" (pág. 37). El hombre si pudiera tener esas perfecciones, las tendría porque la voluntad tiende hacia el bien. Pero el hombre no es capaz de darse esas perfecciones, que son accidentes, y menos aún no es capaz de darse la existencia. Aquí aplica otro principio: quien no puede lo menos tampoco puede lo más. Por tanto, yo no me he dado a mí mismo el ser, sino que otro me  lo ha dado. Y ese otro quién es. La respuesta es, tiene que ser una causa que piensa y tenga la idea de Dios, puesto que yo, que soy un efecto pienso y tengo la idea de Dios. Para demostrar la existencia de Dios se aplica el principio de causalidad y se niega el proceso infinito de causa. Y así se concluye que es necesario que exista una causa primera de nuestro ser, como ser que encierra todas las perfecciones. Al final de esta prueba habla de la creación continuada (la conservación).

La tercera prueba es la ontológica. Esta prueba encontramos en el Discurso del método y en las Meditaciones. En estos escritos de Descartes la prueba no aparece con una forma silogística. Para exponer el argumento ontológico seguiré la forma de silogismo que lo hizo obligado por el autor de las primeras objeciones, Caterus. La premisa mayor, el criterio de la claridad y la distinción. Es decir, que de una cosa se puede afirmar todo lo que con claridad y distinción concebimos que pertenezca a la naturaleza de esa cosa. La premisa menor, la aplicación de ese criterio a la relación necesaria entre la esencia de Dios y su existencia. Dice Descartes que concebimos clara y distintamente que la existencia pertenece a la esencia de Dios. Esto se afirma porque Dios es la suma perfección. A este Ser sumamente perfecto no le puede faltar la existencia, puesto que, si le faltase una perfección dejaría de ser sumamente perfecto.  Por tanto, se concluye que Dios existe. Pero este argumento no se libra de críticas. El punto débil de este argumento es la premisa menor. No se puede decir que Dios sea omniperfecto sin saber que existe. La existencia no es una perfección, ni en Dios ni en ninguna otra cosa, sino la simple conditio sine qua non de todas las perfecciones, porque lo que no existe no tiene ni perfecciones ni imperfecciones. Tampoco no se puede sostener que la existencia de Dios esté vinculada a su esencia. Ante esta objeción, Descartes, responde que Dios es un caso especial. Dice: las cosas distintas de Dios las concebimos como pudiendo existir, mientras que a Dios lo concebimos como existiendo necesariamente, con una existencia real (pág. 48).

Descartes después de probar que Dios existe intenta exponer la naturaleza de Dios: El atributo más importante para Descartes es la infinitud divina. Dios no tiene límites en sus perfecciones, ni puede tenerlos. El término infinito no hay que entender en un sentido negativo sino positivo. Es decir que lo infinito no es lo no-finito, sino que lo finito es lo no-infinito. En cuanto al carácter espiritual de Dios, se dice que Dios no es algo corpóreo ni extenso. La veracidad divina es uno de los atributos fundamentales cartesianismo, porque la certeza de todas las otras cosas depende de esa veracidad que sin su conocimiento es imposible saber jamás nada con certeza. Dios no puede ser engañador por la bondad divina, porque un Dios engañador contradice la verdad, porque la veracidad es el fundamento de la religión cristiana. Dios es el creador de las verdades eternas.  Es decir que Dios es creador de la esencia y existencia de las cosas. Dios es inmutable porque es un ser que es por sí, y no le hace falta ninguna otra perfección. La inmutabilidad divina se ve reflejada en las leyes de la naturaleza. Por último, Dios como causa sui. Dios existe por sí mismo y es causa de sí mismo.

En el capítulo II se trata sobre el Dios de Malebranche. Para demostrar la existencia de Dios no hay más que dos caminos: Uno a priori (argumento ontológico) y otro a posteriori (la prueba por los efectos).

En primer lugar nos presenta el argumento ontológico, Malebranche no parte de la idea de Dios como Descartes, sino el fundamento de su prueba es el conocimiento inmediato de Dios. Dice que todo lo que conocemos inmediatamente existe realmente; y da un paso más, afirma que a Dios lo conocemos inmediatamente; luego se concluye, Dios existe. En otras palabras, si pensamos en Dios, Dios existe. El argumento a posteriori es el que parte de las criaturas y llega a Dios. No hay nada visible en el mundo creado por Dios a partir de lo cual no podamos ascender al conocimiento del creador, con tal de que razonemos acertadamente. La segunda prueba a posteriori es la que arranca de la naturaleza de las ideas consideradas en sí mismas, llamada normalmente prueba de las verdades eternas. Existen unas ideas inmutables, eternas y necesarias, por tanto tiene que existir un ser con las características de inmutabilidad, eternidad y necesidad. El ser con tales características es Dios, existe Dios.

En cuanto al conocimiento de la naturaleza divina, Malebranche  igual que Descartes está convencido de que el infinito no puede ser comprendido aunque sí entendido. En primer lugar trata sobre la Infinitud, que es el carácter principal de los atributos divinos, ya que de ahí se derivan todos los demás, pues al fin y al cabo la palabra Dios no es sino la expresión abreviada del ser infinitamente perfecto (pág. 97). A partir del atributo de la infinitud se siguen las siguientes: la independencia se deriva directamente de la perfección infinita; la inmutabilidad, que se deriva de la independencia porque donde no hay causa no hay cambio; la eternidad se deriva, también de la independencia, puesto que nada puede ser independiente sin ser eterno, Dios no existió ni existirá sino que existe; la inmensidad o la omnipresencia, es decir que Dios está en todas partes, no sólo en el universo sino infinitamente más allá; la simplicidad es la suprema unidad, es decir que cada perfección que Dios posee incluye todas las demás sin ninguna distinción real, porque, como cada perfección divina es infinita, constituye todo el ser divino.

Después de demostrar la existencia de Dios y de tratar los atributos divinos, ahora se intenta explicar a Dios como creador y como la única causa. La creación no puede ser demostrada. En este punto critica a Descartes que pensó haber demostrado la creación fundamentado en la veracidad divina. Malebranche sostiene que nosotros sabemos que el mundo fue creado por por la revelación natural que es reforzada por la revelación sobrenatural. Dios creó libremente el mundo, por pura bondad, sin tener necesidad de crear y que sigue conservando mediante una "una creación continuada". De la creación continuada saca Malebranche que sólo Dios es causa, y así quedan reducidas las criaturas a meras ocasiones de la causalidad divina. Dios ejerce esa causalidad a través de las voluntades generales. En Malebranche, la voluntad general es sinónima de ley general. Es decir que Dios obra por las leyes que Él mismo las ha establecido, en el orden natural hay tres leyes: las del movimiento, de la unión del alma y cuerpo, y de la acción de Dios sobre nuestro entendimiento y nuestra voluntad. El ocasionalismo tiene unas dificultades que es difícil de superar. Por ejemplo, la libertad humana, los males y los milagros

En el capítulo III se trata sobre el Dios de Spinoza. Spinoza a diferencia de toda la tradición escolástica que parte de cosas sensibles, y de Descartes que parte del hombre, su punto de partida es Dios (sustancia absolutamente infinita). Dios es el primero en el orden de la naturaleza y en el conocimiento (tam cognitione quan natura).

Para Spinoza Dios es el ser absolutamente perfecto. Esta definición es verdadera, porque la omniperfección es una propiedad de Dios, y es imperfecta puesto que para ser perfecto es necesario que recoja todas las propiedades. Ante la imperfección de esta definición se da otra: "es la sustancia constituida por infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita" (pág. 167). Dios es la única Sustancia, aparte de Dios no puede existir ninguna sustancia por dos razones: la sustancia infinita no se puede dividir en multitud de sustancias y es imposible que existan otras sustancias infinitas. Spinoza llega a afirmar esto porque la noción de sustancia de los clásicos no le sirve. Sustancia es aquello que existe en sí mismo y por sí mismo (autosuficiencia en el existir y en el ser causada), y aquello que es concebido por sí mismo. Sustancia es "la cosa que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir" (pág. 168). De la definición se extrae que Dios es causa sui y causa rerum. Pero esto no es verdad, puesto que Dios no puede ser efecto de sí mismo, porque la causa dice dependencia en el ser, lo cual no puede darse en el absoluto. Dios es una sustancia infinita, que no tiene límites. Es una infinitud absoluta y no relativa.

Dios consta de infinitos atributos porque es una sustancia absolutamente infinita. Y por atributos, entiende Spinoza, aquello que constituye la esencia de la sustancia y aquello que nos da a conocer esa esencia. Pero, es consciente de que no podemos conocer la infinitud de atributos; conocemos dos atributos: el pensamiento y la extensión. Por tanto, Dios es una cosa pensante y Dios es una cosa extensa.

Después de lo que se ha visto hasta, Spinoza se plantea si realmente existe esa sustancia infinita con sus atributos infinitos. Y su respuesta, "tiene que existir necesariamente". En su Ética propone cuatro pruebas: tres  a priori y una a posteriori: a) Dios es sustancia; la sustancia existe necesariamente; luego, Dios existe necesariamente. b) A la sustancia infinita nada de su propia naturaleza se lo impide que exista; ni se lo puede impedir algo exterior a la sustancia infinita; luego, Dios existe necesariamente. c) Dios es una sustancia infinita; tiene una potencia infinita de existir; luego, existe necesariamente. d) Nosotros existimos como seres finitos; si sólo existieses los seres finitos habría que decir que los seres finitos tienen mayor potencia para existir que el ser infinito, lo cual es absurdo; luego, existe el ser infinito. Spinoza ofrece más pruebas en su Tratado breve, y en los Principios de filosofía cartesiana.
Para terminar este capítulo, a grandes rasgos, haremos referencia a las propiedades de Dios, a las modificaciones de Dios y a la crítica que hace Spinoza de la concepción de la creación. La propiedad  es una cualidad que pertenece a la sustancia en cuanto posee ya una determinada esencia. La propiedad es como un adjetivo de la sustancia. Entre las propiedades tenemos: las de la esencia divina (indivisibilidad, no es multiplicable por división interna; la unidad, solamente existe una sustancia absolutamente infinita; la inmanencia), y las propiedades de la acción divina (la necesidad, Dios es causa necesaria; la libertad, Dios es causa libre; y la inmanencia, Dios es causa inmanente es decir que todo está en Dios y Dios está en todo / Deus sive natura).  En cuanto a las modificaciones de Dios, Spinoza dice que los atributos se manifiestan en un número infinito de modos, modificaciones, afecciones. Los modos son aquello que es en otro. Es decir, que los modos sin la sustancia no podrían existir. Dios es la sustancia con sus infinitos atributos y el mundo son los modos. También se podría decir que Dios es la natura naturans y el mundo como natura naturata. Spinoza rechaza en la doctrina de la creación: la intervención del entendimiento, de la voluntad, la contingencia, la imperfección de las cosas creadas y la finalidad del creador (pág. 214). Finalmente, en el libro se recoge la crítica a la religión revelada. Hay una separación entre fe y razón; el objeto de la filosofía es la verdad y de la teología es la obediencia.

En el capítulo IV se trata sobre el Dios de Locke. En primer lugar nos dice que la idea de Dios no es innata, porque si fuera innata todos los hombres tendrían esa idea, tendrían la misma idea de Dios y tendrían todos los hombres una idea verdadera de Dios. Por tanto, la idea de Dios es adquirida por las vías de conocimiento: experiencia interna (reflexión) y externa (sensación). La idea de Dios no es simple sino compleja, elaborada a partir de ideas simples.

La existencia de Dios es posible demostrar. Locke dice: “tenemos un conocimiento de nuestra existencia por intuición; de la existencia de Dios, por demostración; y de las demás cosas, por sensación” (pág. 242). El filósofo inglés tiene varias pruebas a posteriori. La existencia real sólo puede probarse por la existencia real, por lo cual la existencia real de Dios solo puede ser probada por la existencia real de otras cosas. Pero Locke prefiere partir de la existencia real de nosotros mismos que engendra una certeza superior a la sensación (la existencia de cosas externas). Y así, la primera prueba es por la existencia del yo. A partir de nuestra existencia concluye en la existencia de un Ser Eterno, causa de nuestra propia existencia. Ese Ser Eterno es pensante e inmaterial. El segundo argumento a posteriori arranca del orden que se observa en el mundo y termina en la existencia de un ordenador, causa de ese orden. Esta prueba se encuentra en los Ensayos sobre la ley natural. Las pruebas a priori de la existencia de Dios ha sido objeto de crítica de Locke, sobre todo las pruebas cartesianas. La prueba ontológica de la existencia de Dios, que se apoya en la idea de existencia necesaria, no permite probar la inmaterialidad del ser eterno.

En el capítulo V se trata sobre el Dios de Berkeley. Crítica de las pruebas tradiciones. Es imposible probar la existencia de Dios a partir de la idea de Dios, porque no tenemos tal idea. Puesto, que Dios es un ser espiritual, y no hay idea de los seres espirituales, porque la idea implica pasividad, mientras que el espíritu encierra actividad. También son imposibles las pruebas a posteriori, que parten de las cosas materiales. La razón, es que las cosas materiales no existen, el ser ese est percipi. Pero Berkeley no se queda en esto sino que desarrolla nuevos tipos de pruebas a posteriori, que se apoyan en la concepción que tiene de las cosas materiales.

El argumento de la pasividad que se encuentra en el Tratado sobre los principios del conocimiento humano. Las ideas o cosas sensibles son pasivas, es decir, no hay en ellas ninguna actividad. La causa se debe buscar fuera de ellas, porque siendo pasivas es imposible que sean causa de nada: ni de sí mismas, ni de ninguna otra cosa. La causa no puede ser una sustancia espiritual porque no existe, por tanto tiene que ser una sustancia espiritual. Pero esta sustancia espiritual tiene que ser pura actividad, tiene que ser la actividad del espíritu en tanto que voluntad. Por tanto, existe una Voluntad infinita. La segunda prueba es por la continuidad (Tres diálogos entre Hilas y Filonús). El ser es ser percibido. En la realidad, vemos continuidad de esos seres. Es decir que algo no empieza a existir cuando alguien percibe y deja de existir en cuanto deja de percibir. Por tanto, tiene que existir una mente eterna por la que existan las ideas o cosas sensibles. La tercera prueba es por el movimiento. Los cuerpos se mueven. La causa del movimiento del universo no podemos buscarla en los cuerpos, sino en los espíritus, y en último término en el espíritu infinito, porque toda la actividad cae del lado del espíritu, no de los cuerpos que son pasivos. Y la última prueba es por el lenguaje visual (Alcifrón). En esta prueba se llega a Dios como ser que nos habla mediante una analogía con el alma; mejor, mediante dos analogías con ella, porque empieza estableciendo una, que luego sustituye por otra que le parece más adecuada (pág.284). La primera analogía, dice: así como no percibimos la existencia del alma por ninguno de nuestros sentidos, pero la deducimos, porque la necesitamos para el movimiento de nuestro cuerpo, así también, aunque no percibamos por ninguno de nuestros sentidos la existencia de Dios, la deducimos, porque nos resulta imprescindible para el movimiento del mundo. La segunda analogía en resumen: tenemos un gran número de sensaciones visuales que nos permiten entender el mundo sensible con el que estas imágenes están arbitrariamente conectadas. Si existiese un ser inteligente capaz de usar estos signos visuales como una especie de lenguaje por el que yo y otros hombres podrían entender el mundo y regular sus acciones, encontraríamos una explicación a estas sensaciones visuales. Por tanto, se concluye que ese ser existe.

El capítulo VI se trata sobre el Dios en Hume. David Hume critica las pruebas de la existencia de Dios, sobre todo el argumento del orden (a posteriori). Existe una ordenación de medios a fines en las obras de la naturaleza; ahora bien, por analogía con las obras del ingenio humano, esa ordenación es fruto de una causa inteligente; luego existe una causa inteligente que ordena los medios a los fines en los productos de la naturaleza (pág. 296). Hume al criticar este argumento acepta la primera premisa, pero ya encuentra problemas en el proceso demostrativo. Es decir, que no podemos encontrar la causa del orden; porque el efecto no exige necesariamente la causa. Hume dice que esa necesidad es fruto de la costumbre nacida de la conjunción, reiterada en el pasado, entre el efecto y la causa. Sigue la crítica, suponiendo que fuese posible averiguar la causa del orden del mundo, todavía quedaría por determinar la causa de ese orden. La prueba del orden no demuestra la existencia de una inteligencia ordenadora. Aunque se demostrara acudiendo a la analogía, no se evita la falta de certeza ni el antropomorfismo. Aun suponiendo que hayamos de admitir que la causa del orden del mundo sea una inteligencia, esta no tiene, según Hume, los caracteres o atributos que le asignan los partidarios del argumento. Esto no se lo permite la regla de proporción, según la cual, la causa ha de ser proporcionada al efecto del que se saca; porque de lo contrario trascenderíamos la experiencia y sacaríamos una conclusión que ya no sería cierta. Por tanto, no podemos afirmar que Dios es infinito, ni bueno, ni omnipotente, ni su unidad.

Hume, después de tantas dudas sobre el argumento por el orden concluye en su obra Diálogos sobre religión natural confesando que todas las dificultades que ha venido planteando no arruinan el argumento, sino que solamente lo debilitan. Por lo cual, aunque poco, algo queda a salvo después de tanta crítica. Hume lo resume en esta proposición: “la causa o las causas del orden del universo presentan probablemente alguna remota analogía con la inteligencia humana” (pág. 323). Se habla de una confesión final de cierto teísmo.

También, el argumento a priori fue objeto de crítica de Hume. Dice que es imposible demostrar la existencia de Dios puesto que Dios no es ajeno a la regla “nada es demostrable a menos que lo contrario implique una contradicción”. Es imposible demostrar la existencia de Dios porque es posible concebir la no existencia de Dios.

Hasta este punto el recorrido sobre los pensamientos de los filósofos modernos al respecto de Dios. El libro "El Dios de los filósofos modernos. De Descartes a Hume"  de José Luis Fernández Rodríguez, es un estudio muy completo sobre el tema de Dios. No sólo por su claridad en la exposición sino también por su precisión y profundidad de la argumentación. Es interesante los juicios que hace sobre la postura de los filósofos, pero aún más las críticas que hicieron los contemporáneos a los distintos autores. No sólo recoge las críticas de los críticos de la época sino las respuestas que dieron tanto los racionalistas y empiristas.

El autor del libro cumple con su objetivo de abordar el tema de Dios, como uno de los temas más centrales de la filosofía moderna. Al estudiar la filosofía de Descartes se cree que el tema central de su sistema es el yo pero no, porque el yo cede su puesto a Dios. Esta prevalencia de Dios porque Descartes fundamenta su filosofía con la veracidad divina. Esta primacía de Dios es evidente en Malebranche, que empieza su filosofía con Dios. Dios es lo primero conocido (ontologismo), a partir de este conocimiento se deriva el conocimiento de las demás cosas. Spinoza, también, empieza su filosofía con Dios. Dios es la única sustancia, es decir que es el ser absolutamente independiente que se basta así mismo. Es ser que cuya esencia implica su existencia, es como decir, que es un ser que es causa sui. Todas las cosas existentes son modos de la única sustancia. Entonces se dice que Dios está en todo y todo está en Dios. La postura de Spinoza no es panteísmo sino panenteísmo.

Para los empiristas también Dios sigue siendo un tema de gran interés aunque ya no con la primacía como el los sistemas de los racionalistas. La teología natural de Locke está animada por la pretensión de elaborara un ética deductiva, para lo cual necesita una norma de la cual derivar nuestro comportamiento moral. Dios es necesario como autor de esa norma, sin Dios no se podría elaborar la ética. En cambio, Berkeley busca defender la fe cristiana. Para conseguir esto prescinde de la concepción clásica del ser, de la existencia de las cosas materiales, él entiende que ser se reduce a ser percibida. Y Hume, también se centró en la cuestión de Dios aunque para criticar y así acabar con la existencia de la divinidad.

Como se puede ver, Dios no sólo ha sido tratado por los filósofos racionalistas y empiristas como un tema más en el sistema, sino que ha sido como la piedra de toque para las distintas filosofías de la edad moderna.